Tarde del Martes de la primera semana del sexto mes del año, llego hasta el aeropuerto del gran Santiago para encontrarme con la extraña naturaleza de un sueño real, un “buenas tardes”, una bienvenida tímida, para intentar descubrir al mismo tiempo que el fan supero al productor, ya estábamos ahí Jerónimo, Mary, Dafne y Miguel Botafogo por una gran avenida que ni siquiera se como se llama, inevitable Fito se nos cruza entre afiches e historias de Memphis, Chicago y Buenos Aires.Botafogo seguía siendo para mi una fotografía sobre algún disco de su maravilloso blues haciéndome compañía en la lluvia del sur. Bajamos las maletas para instalarnos en el departamento de Jerónimo, que esta vez hizo de embajada, gestos de confianza abrieron las guitarras mostrándonos que la estatura de los grandes tiene que ver siempre con la humildad y las buenas costumbres.Nos vamos al Huerto, se nos viene al escenario un plato bluesero, no podía ser de otra manera, “sopa de zapallo” para Miguel,Toma dos cucharadas y me ofrece de su sopa, yo a esa altura cavilaba, compartir la sopa con Botafogo para un tipo como yo era bastante, Botafogo plantea en su adaptación del tema de Willie Dixon “Spoonful” (“Cucharadas de diamantes no se pueden comparar con una cucharada de amor, de tu dulce amor”) .Valdivia amaneciendo entre lluvia y mate de hierba que nos vuelve el alma al cuerpo, un alto hombre, melenudo y anaranjado paseando por las calles de mi ciudad que parecía haber sido tomado desde algún rincón del Tíbet.Primera noche: calle esmeralda, 3 acordes y a morir, la figura grande de Miguel desplegándose entre los “ouhhhhh yeee” y la paranoia de tres Ratas siguiéndolo a todas partes, estoy listo mi pequeño gallo rojo para ser tu “Hoochie Coochie”, ya estaban todos los dados dispuestos, sin trampa, la mano abierta y jugada, la Gibson y el Fender recordando alguna vieja amistad producto de momentos como este, noches plenas, auténticas, llenas de verdad.El blues se toma la Universidad: el frío de los pasillos no fue capaz de entumir las cuerdas, los toms, la mirada atenta y expectante de más de un centenar de cabezas moviéndose al compás del “Blues de Valdivia”. “Oyeee, este es el blues de Valdivia, tu tienes blues, con este blues de Valdivia” decía BOTAFOGO, abriendo la noche con un instrumento tan raro como escuchar blues en el Aula Magna, rarezas que deberían repetirse por cierto; y la certeza de “La Rata Bluesera” viniendo a decir que en el SUR no esta TODO MAL, y desde la nebulosa pasividad de los camarines reaparece Botafogo templando con su Gibson una historia que hará historia dentro de la iconografía de nuestra citadina historia. John Lee Hooker, B.B. King, Eric Clapton, Albert King, Muddy Waters, Freddie King, Robert Johnson, Howlin Wolf y hasta Víctor Biskupovic se dieron cita en los acordes y riffs que Botafogo nos plantea en su filosofía, en su mirada, en su estilo de vida, blues irreductible, simpleza arrebatadora, humildad que lo engrandece.Del repertorio que abordó en estas dos noches me parece que es un tema sin importancia, en nuestro primer encuentro con uno de verdad, uno que cultiva mas allá de la industria, ¿”30 años no es nada?”…….. Si que lo es, tres décadas consumadas en el blues, la enseñanza, el deseo, la aventura, un ejemplo que no necesita luces, que se ilumina desde el momento en que se escucha sonar la guitarra.Miguel Ángel “Botafogo” Vilanova ahora te sentimos como uno de los nuestros y ahora es hora de que vuelvas a entregarnos toda tu magia y sin duda que sigas embelleciendo noches como las que tuvimos acá en el sur de la ciudadJavier Aravena TriviñoProductor EjecutivoBotafogo en Valdivia. Junio-2003Texto publicado en la edición 52 de Caballo de Proa ,revista de bolsillo de nuestro querido ,amado y presente Pedro Guillermo Jara